jueves, 7 de agosto de 2014

Las reglas del juego

Hoy se ha conocido el destino Racing de Santander y Real Murcia y ha pasado lo que desde hace ya una semana se sabía que iba a pasar. El Racing, podrá continuar en el fútbol profesional y el Murcia ha sido descendido administrativamente. Y quiero dar mi opinión al respecto. Conste de antemano que no tengo nada contra ninguno de los clubes ni sus aficionados y espero que lo que voy a escribir no se malinterprete por parte de nadie, ya que los aficionados de esos clubes son los máximos damnificados y ellos tienen toda mi solidaridad. El fútbol, para el aficionado es más que un deporte, es un sentimiento y duele que sucedan estas cosas. Pero hay veces que son inevitables.

Es muy difícil que una empresa pueda subsistir con una mala administración. Más que muy difícil, es imposible. Y da igual el ramo o el nombre de la misma. Da igual que sea una gran empresa como Martinsa-Fadesa o pequeña como Mariscos Recio. Con mala gestión, no duras ni un suspiro. Por desgracia para los aficionados al fútbol, salvo contadas excepciones que todos conocemos, los aficionados no pueden decidir en manos de quién va a recaer esa gestión. Y aún teniendo esa potestad que tienen algunos, vete tú a saber cómo sale la cosa, véase Ramón Calderón. Para desgracia de los aficionados de Racing y Murcia, los máximos accionistas y/o propietarios de sus clubes les han salido rana. Unos saltaron de la sartén a las brasas y los otros estuvieron siempre en ellas. A muchos clubes les ha pasado lo mismo. Valencia, Betis, Atlético de Madrid (recordemos que su máximo accionista y su Presidente están condenados en sentencia firme de haberse hecho fraudulentamente con el Club) y un largo etcétera. Éstos clubes y otros muchos, debido a la mala gestión de sus dirigentes se han endeudado hasta las cejas en mega-proyectos deportivos y en algunos casos también urbanísticos (construcción de estadios mastodónticos, por ejemplo) para los que no tenían capacidad real de sobrevivir. Porque seamos claros: las gallinas que entran por las que salen, hablando en plata. Si tú ingresas 1.000, no te puedes gastar 5.000. Para eso no hace falta ser economista, lo sabe cualquier ama de casa que lleve su hogar con diligencia. Ante la incapacidad de poder sufragar sus deudas, los clubes de fútbol han gozado de unos privilegios fiscales que no se permiten a ningún ciudadano común. Si un autónomo no presenta cada trimestre sus impresos 130 y 303 ante la Delegación de Hacienda correspondiente, le crujen. Pero vivo. Y sin miramientos. O probad vosotros con el IRPF, a ver qué os pasa. Con los clubes de fútbol, precisamente por la carga de masa social y "sentimental" que arrostran han sido en muchos casos beneficiados ante las instituciones públicas para poder alargar su vida más allá de lo que, quizá, hubieran sobrevivido en circunstancias normales. Y recordando que estamos en un Estado de Derecho en el que, en teoría, ninguna persona (tanto física como jurídica) está por encima de la Ley, eso representa un grave perjucio para los que cumplen puntualmente con sus obligaciones fiscales, ya sean estos personas físicas o jurídicas, o en el caso que nos atañe, clubes de fútbol que cumplen religiosamente sus deberes. De eso, ninguna culpa tienen sus aficionados, pero sí los máximos dirigentes del fútbol español sean quienes sean. Porque a los que dirigen el corral se les llena la boca con lo de "la mejor liga del mundo". Sí, la de mis cojones. En una liga como es debido habría por parte de las insituciones que rigen el cotarro un férreo control sobre los que gobiernan los clubes. Para que no los expolien. No se les debería pasar ni una, y en cuanto hubiera visos de irregularidades esos dirigentes deberían poder ser cesados de sus responsabilidades por un órgano que tuviera una potestad superior para impedir casos como los de Murcia y Racing. Porque si a Samper le hubieran parado los pies hace años y lo hubieran echado a patadas, esto no estaría sucediendo. Pero eso los aficionados, aunque quisieran, no hubieran podido, porque no hay mecanismos para hacerlo. Si un grupo nutrido de socios y abonados del Real Murcia se hubieran dado cuenta de las deudas que iba acumulando su Club y lo hubieran podido denunciar a una instancia superior que hubiera investigado el caso, igual el Real Murcia ahora no estaría en riesgo de desaparecer. Porque no nos engañemos, para muchos de estos clubes, con una deuda ingente, la Segunda B es la muerte. Literalmente. Pregunten en Salamanca. Muchos dirigentes fiaron su suerte a estar en Primera División y que el dinero siempre entrara a espuertas. Cuando no fue así, bien por descensos, bien porque los ingresos televisivos o de otro tipo ya no fueron como se preveían, porque las vacas gordas adelgazaron de golpe, los acreedores se fueron agolpando en su puerta, empezando por EL acereedor, que es el Estado. Hacen mal los aficionados de estos clubes echándole la culpa a Hacienda. Es como la parca, siempre acaba llegando y reclamando lo suyo. Y ahora, tal y como estamos, no perdona una. O no debiera, al menos.

Todo esto tiene damnificados, además de los aficionados del propio club y son los clubes que sí cumplen con las reglas. Clubes de modesto presupuesto que se adecúan a lo que pueden gastar sin sobrepasar en gastos los ingresos que generan. Clubes que cuando les obligaron a convertirse en S.A.D., a pesar de estar perfectamente saneados, se las vieron y se las desearon para cumplir el objetivo fijado por alguien, vaya usted a saber quién. Porque suelen ser equipos de ciudades pequeñas, de rentas per cápita no demasiado boyantes, cuando no sumidas en problemas de desempleo galopante y la mayoría de sus socios, aunque quisieran, no tienen el poder económico para ni siquiera poder comprar un paquete de acciones, por pequeño que sea, ya que con poder pagar el abono se dan con un canto en los dientes. Y aplazando los pagos. Esos clubes que en la puja de ofertas por jugadores, siempre quedan relegados y a los que les es difícil hacer plantillas, a priori, competitivas. Porque, y no nos engañemos, los futbolistas, también tienen su parte de culpa. Ahora todos se solidarizan en twitter con el hashtag #futbolistastambiencontamos. Todo muy bonito y todos ellos muy dignos, pero cuando iban a pillar contrato, todos iban al que más ofreciera (cosa totalmente lícita) sin mirar los riesgos. Sin preocuparse por saber si ese club que le ofrecía esa ficha que doblaba o triplicaba la que le ofrecía otro equipo con sus cuentas perfectamente cuadradas al milímetro, iba a poder ser abonada. Y fueron ellos, los jugadores, los que tuvieron, en muchos casos, que perdonar sus honorarios, honradamente ganados en el campo, porque a la hora de firmar no previeron que no iban a poder cobrar a final de temporada. Si los clubes modestos pueden estar saneados ¿por qué tienen que ser perjudicados ante aquéllos que no han sabido administrarse? ¿Por qué tienen que jugar con esa desventaja? ¿Por qué las reglas para ellos se aplican a rajatabla mientras que para otros hay manga ancha? Este problema además es complicado, porque las deudas afectan a muchos clubes y no sólo por eso, sino porque tampoco las instituciones que dirigen el cotarro están por la labor. Pero claro, si en este país en el mundo del fútbol hubiera alguien que no sólo le preocupara el trinque sino hacer algo bueno por él, pues nos iría mejor. De momento nos va como nos va. Y lo peor está por llegar. Un saludo.

Pasadlo bien y disfrutad del juego.

3 comentarios:

LucaBFM dijo...

En esas me acuerdo del Rayo, cuando acabó en Segunda B y con la deuda que tenía de los Ruiz Mateos, casi acaba desapareciendo, los dirigentes así son los que hacen que la sociedad esté como está en todos los aspectos.
Mucho ánimo al Murcia, ojalá saquen de ahí a esa calaña y devuelvan al club donde se merece, los aficionados son los únicos capaces de evitar la catástrofe.

Martín Olivé dijo...

El sistema del fútbol moderno destroza a los pequeños clubes y los obliga a ser vendidos si quieren subsistir. Si a eso se le suman dirigentes que buscan llenar sus bolsillos vemos lo que pasa con estos dos ejemplos

jairo F.Quindós dijo...

lo peor es la calaña que dirijen los clubes los Samper se han creido intocables y han hundido a un club y a una ciudad